CAPÍTULO 2
Las artes marciales desde la óptica de los quitamiedos.
LAS TRANSFORMACIONES: verdades o mentiras
Las relaciones que se establecen en la práctica son esencialmente, de uno a uno. Estos tres corazones son: uno a uno con cada compañero de entrenamiento, uno a uno con el profesor y uno a uno consigo mismo.
Aún así creo y por esta razón utilicé el término “Unryu Team” aplicado a todos los que componemos nuestros dojo con objetivos comunes y que además trabajamos en equipo. La percepción de equipo es poco visible a los ojos neófitos y poco sensibles.
El equipo es importante, apoyarse unos a otros; en las buenas y en las no tan buenas entendiendo que un cambio realizado por una persona posee una importante repercusión y comprendiendo que la magnitud del cambio producido por un equipo trabajando desde la veracidad, humanismo y honestidad en consonancia es un valioso beneficio para todos los seres.
Es interesante el aprendizaje de ambas manifestaciones en facetas varias, por ejemplo entrenamiento en solitario combinado magistralmente con el entrenamiento en equipo.
Las maneras de relacionarme con mi maestro fueron cambiando. Cambiantes y vivas. Una de esas maneras ha sido la de trabajar en equipo para realizar una misión invisible a los ojos. Así se describió en el maravilloso libro el principito, “lo esencial es invisible a los ojos”.
A parte de ayudarme a entender el valor de saber trabajar en solitario de manera respetuosa, también lo hizo con la compresión del equipo mostrándome pautas para identificar situaciones de conflictos ocultas, investigar y tomar decisiones en base a mis criterios. Y justo en este punto deseo recalcar que el aprendizaje ha sido solo y en equipo aunque no en “comunidad”. En capítulos siguientes escribiré sobre mi visión de la comunidad en las artes marciales. Apunto en mayúsculas, “NO EN COMUNIDAD AUNQUE SI PARA EL COLECTIVO EN GENERAL”, es decir para beneficiar a otros seres humanos y si no beneficiarlos, al menos no perjudicarlos conscientemente.
Indudablemente el Maestro Hatsumi se volcó en los demás dando ideas, compartiendo principios y manifestando sus pensamientos desde la posición de discípulo de Takamatsu Sensei.
Que sensación de libertad…
El equipo es el equipo y el equipo no se deja. Puede sonar cruento aunque la esencia de esta afirmación está en lo que no se escribe.
Cuando mi Maestro decidió retirarse en el año 2019, me deprimí profundamente. Coincidió con la llegada de la pandemia y la imposibilidad de viajar, aún así tan pronto como fue posible viajé para estar junto a él. Ha sido complejo salir de esta depresión ya que, con posibles herramientas para hacerlo, perdí el sentido del uso mediante la negación. Lo viví como un duelo ante la imposibilidad de estar con mi referente vivencial, ser amado sin distorsiones y desde la incertidumbre cegadora en un mundo que se apagó por un momento.
En tiempo de pandemia, recordando lo que me había escrito en una de sus cartas de principios del año 2000: “querido Pedro este año está siendo horrible para mi. Por esta razón he decidido empezar a erigir un monumento en memoria de Takamatsu Sensei”.
¿Que enseñanza implícita se escondía tras aquellas líneas?
Ocurrieron muchas cosas, demasiadas diría en algunos momentos con un gran impacto para mi salud. No culpo a estas experiencias sino que veo el aprendizaje tras el espejo de la resiliencia. Podría empezar a enumerarlas. Sería largo y quizás aburrido, aunque hoy libero una en este texto.
Tengo dificultades para aceptar las mentiras, especialmente cuando son tan evidentes y transparentes. Cuando observé que algunos alumnos de Hatsumi Sensei mentían a su maestro, el cual los había cobijado, enseñado, entregado, amado y que además de ser su maestro era una persona anciana, tuve fuertes contradicciones llenas de emociones dantescas. Además no solo le mentían en aspectos importantes sino que involucraban a otros practicantes a ser cómplices de las mismas.
En aquel entonces me revolvió las tripas aquel olor nauseabundo de la mentira. Además mentiras con deseo único y exclusivo: poder y dinero.
Mi decisión fue alejarme de estas personas ya que viviendo lo que estaba viviendo, ya no era capaz de confiar en sus palabras. Me parecían deshonestas e inquietantes.
Lo interesante es que mi Maestro conocía que esto estaba ocurriendo, era plenamente consciente incluso se reía justificando dichas actitudes como la de niños inmaduros y con falta de capacidades y pobreza de corazón. ¿Qué podía hacer él en esa situación, un anciano dependiente viendo aquel panorama?. Más aún ¿has pensado cómo se sintió?.
El naufragio del ser humano es una realidad en estas ocasiones, aunque se quiera dar una explicación lógica, como que las cosas son así; es la vida, bla,bla,bla…
Así que mi decisión fue alejarme de aquellos y sus séquitos que engañaban con tanto fervor a mi maestro amado como si de un acto de valentía fuera.
Todo esto es modificable, el dedicar tiempo a mirar en nuestro corazón, adiestrar nuestra mente y mancillar el ego. Todo es transitorio.
Takamatsu Sensei siempre està presente en las palabras de su discípulo, Yoshiaki Hatsumi.
Hatsumi Sensei siempre está presente en las de algunos discípulos que apuntamos hacia el tesoro que hemos heredado.
Y presente es… està aquí entre nosotros por y para siempre.
Lo maravilloso de todo esto es la capacidad de expresar desde la experiencia directa, que todo no es tan verdadero, ni es tan falso. Que vivimos en un mundo que está abierto al cambio dirigido hacia la paz y que cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de ser actores principales en este cambio hacia el amor.
Finalizo este capítulo referenciando el concepto “quitamiedos” usada para titular este capítulo. Para quien lo desconozca el quitamiedos es un elemento de protección de seguridad vial pasiva colocado a los lados de la calzada. Les propongo meditar respecto a esta idea, creo que posee elementos muy adecuados para la indagación.
Y desde la textura de lo consagrado, dedico este texto a a mis maestros, alumnos, amigos, familia, a quienes están pasando por situaciones de adversidad y a un mundo lleno de paz.
Amanece, luz que entra por la ventana, pájaros cantando.
Unryu

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